Sindrome deficitario de atención
En la mañana me vino a la mente, mientras conducía, la imagen que obtuve del diario deportivo, esa del león en el lienzo de la catedral de Guadalajara, ese que en el delirio del espectador cobró vida a media tarde, por los influjos de los rayos solares de esa hora, o por misteriosos humores flotando en el organismo del tipo en cuestión, el asunto es que vio al león decidido a acometerlo, por lo que sin chistar sacó su mauser (o sea, un arma de fuego de esa época) y le plantó sendo balazo a media frente, dicen que todavía hoy es posible ver la rasgadura en el cuadro, espero que al visitar la FIL haya tiempo de confirmar la especie.
Todo esto porque unos momentos después era necesario convencer a la primogénita que el brillo que le había puesto su madre en los labios era con fines terapéuticos, que sus labios estaban muy lastimados por el frío y que no era conveniente que intentara esconder sus labios dentro de su boca, porque eso llamaba más la atención. No sé si algún día sabré qué pasó, si se aguantó el brillo o se lo quitó en cuanto cruzó el umbral de su escuela.
En el episodio inmediato siguiente conocer de las medidas hacendarias para 'simplificar' el pago de impuestos, por las que los contribuyentes tendrán que ir a las oficinas del SAT, previa cita, a registrar sus huellas digitales, llevárselas en disco flexible de 3 1/2 pulgadas e incorporar los archivos a la declaración electrónica y por unos momentos, pensar con gusto que no somos sujetos de ese régimen.
En seguida escuchar la versión mexicana de 'News of the world', el reportero de Monitor que al cubrir la nota de un asalto en el que una camioneta fue arrebatada con lujo de violencia a una señora, sin tiempo para que les informara a los maleantes que en el auto viajaba su pequeña hija de menos de dos años, y el audaz reportero que radió (vaya término, otro que el abuelo probablemente no conoció) las características del auto robado y que al ser reportado como estacionado frente a un Blockbuster (no se sabe si bajaron a rentar unas películas para entretener a la nena) el clarkkentnesco periodista se puso su casco (no dijo si se montó unos chones sobre los pantalones) montó en su rauda motocicleta y llegó ante la camioneta en cuestión, llamó por celular al propietario de la camioneta y con su autorización rompió un vidrio de una ventana para sacar a la niña de su inopinada celda. El informador que no sólo reporta los hechos, sino que se vuelve protagonista central de los mismos. Todo aderezado con las amables grabaciones de las llamadas de los padres al reportero para agradecerle su eficaz intervención, aunque en este caso no les hayan solicitado su autorización para transmitir estas llamadas, a mi gusto, de caracter privado, así soy en ocasiones de escrupuloso.
Finalmente, dado que tenía la intención de contar la anécdota del león, percibir aterrado por unos segundos que no recordaba (aunque pueden notar ya que finalmente superé la saturación de información) qué quería contar al inicio de mi periplo, el cual todavía dio para recibir con gusto la ya no novedad de una victoria blaugrana y enterarme que mi compañera de café me cambió por alguien que entra más temprano.
¿Así será la mente de nuestros jóvenes, nuestros niños? flotando de un asunto a otro, sin mayores detalles, sin grandes análisis, simplemente obteniendo destellos fugaces de un número tremendamente grande de acontecimientos y pasando de un asunto a otro, sin tener tiempo de cernir, madurar, degustar lo que eso produce en tu intelecto y entonces disponer de la oportunidad para conocer algo más, o algo distinto ¿Será que la sorpresa tiene sus horas contadas?
Mientras recupero al león, que dicen que es un escorpión, símbolo del evangelista, pienso en el valentón irritado por tener que visitar la catedral y el instante decisivo en que descarga su arma y con ella su alma sobre el amenazante oleo y la decepción que debió experimentar el león, al ser superado en velocidad por un beodo.
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