martes, marzo 14, 2006

Esclavo y amo

Creo que hay una canción que tiene un título similar, pero este título está inspirado en una frase que me dijo mi jefe: 'Uno es esclavo de lo que dice y amo de lo que calla', para mí, que prefiero ser taciturno, me parece una frase genial y después de que desenterré el texto que publiqué previo a éste, me parece que tiene una particular relevancia comentar lo que me sucede con un libro.

Aseveré (y lo sostengo) que los libros no escogen al lector, que no hay tal cosa como la voluntad del texto que convoca o rechaza a tal o cual lector. Esto lo retomo porque jamás había oído de la existencia de un libro titulado "Escher, Godel y Bach: una Eterna Trenza Dorada" de Douglas Hofstadter, de cuya existencia tuve noticias gracias a mi Amigo Boiler, el pasado diciembre.

En enero, un compañero de trabajo me habló su nuevo proyecto de lectura, sí, "Escher, Godel y Bach: una Eterna Trenza Dorada" de Douglas Hofstadter, proyecto que desde su preparatoriana juventud ha iniciado, pero que jamás ha logrado completar. Fruto de conversar sobre el libro, un buen día me preguntó si en mi colección estaba la ofrenda musical de Bach, a lo que, una vez comprobado, respondí que no. Le pregunté a un amigo y a mi cuñado, cometiendo el imperdonable error de no acudir con Master Aldán, a quien presento mis disculpas más sentidas públicamente, con la además alevosa intención de apaciaguar su ira y lograr que me obsequie una copia de la citada obra. Lo que logré, proveniente de mi cuñado fue el número de catálogo y saber que la música se cataloga: BWV 1079 y BWV 1080, además de numerosos e intereantes comentarios sobre los cánones, los cangrejos musicales y un proyecto para reunirnos y charlar alrededor de esta obra.




Un sabroso domingo, reunido con mis Amigos Rocío y Edilberto (perdonarán que prescinda del amigos y amigas, incluso del amigas y amigos), platicamos sobre este libro y este punto, debido a que el jueves previo, en la estación 92.7 de FM escuché la ofrenda musical, su historia (que había leído en Internet) y la obra. Me enteré que mi admirado Justes está leyendo este libro y que es un libro que obligadamente debe estar en mi biblioteca. Hablamos de esa elección del libro y de libros que en apariencia persiguen al lector, y eso desemboca hoy en este texto.

Como lo comenté con mi esposa, no creo que los libros lo sigan a uno, hay una conciencia que elije de un medio cargado de referencias, aquellas que están en su interés más estimulado y reconoce aquellas que encuentra atractivas, conectadas en mayor o menor grado con el objeto de su atención. Todos los días hablan de tantas cosas y la mayor o menor cultura de la persona, sus preferencias, sus intereses vigentes o incluso sus temores. Vi una deliciosa película italiana donde refieren de manera casi accidental a Benvenuto Cellini, y como por arte de magia, en la semana no he parado de escuchar referencias a su obra, cuando antes de la película, jamás había escuchado su nombre, y si lo había hecho, no había tenido significancia para mí.

En esto de la formación del lector, por chocante que parezca, es fundamental que el lector vaya mejorando la calidad de las lecturas que realiza, que vaya ampliando sus referentes para poder gozar de su entorno e ir formando su criterio.

Qué bueno sería que los libros te persiguieran y que fueran lo suficientemente constantes como para atraparte, lo cierto es que en la medida que leas y que hables con los que leen, te verás acosado por una parvada inmensa de libros que quieren ser leídos por ti.