martes, agosto 30, 2005

La fugacidad de las palabras

Molesto escribí hace no mucho que en ocasiones es suficiente con tener la osadía de proponer tonterías verosímiles sobre la base que da la confianza de que no habrá quien las evalúe por indolencia o por incapacidad, so pena de que esas tonterías prosperen y se vuelvan en tu contra, y conjuro a la Oca para que no vuelva a materializarse mas que en caso de extrema locura.

Dicen que cada uno es cada uno con sus cadaunadas, lo cierto es que uno llega a existir en la medida que llega a ser capaz de articular el lenguaje y emite un mensaje, con la esperanza de que alguien, en algún momento lo consumirá.

El grafito plasma un fragmento de un instante que cruza por eso que llamamos mente, con la ilusión de superar la fugacidad y trascender más allá de un segundo, aunque el grafito mismo es volatil, efímero, whatever.

A las palabras se las lleva el viento, al grafito la fricción de las hojas de papel, a las ideas el tiempo ¿qué se llevará a los bytes? quizá una política de frecuencia de consulta.

El lenguaje te delata, te desnuda, te deja parado en medio del desierto sin posibilidad de disimilar, de ocultar tu verdadero yo.

Ante el vacío de ideas, un recurso es llenar todos los huecos posibles con el mayor número de palabras que se puedan agrupar en esos espacios, o intervalos de tiempo, de manera que ante ese monumento tan denso a la inopia la única respuesta sea, 'como digas'.

miércoles, agosto 24, 2005

Pues hala, pa'lante pues

Antes que nada un agradecimiento a Aldán por la confianza y las puyas para retomar este proyecto, espero que resulte finalmente tan interesante como se espera.

Estoy trabajando una idea que se propuso en
Omblogismo,
(miércoles, agosto 03, 2005

Ya rugiste, León Michel)

sobre una novela de la Ciudad de México, si bien mi aspiración no es hacer la novela, ni acudir a una convocatoria donde no soy candidato, sí me gustó la idea de cuentos de los distintos sectores de la ciudad y pronto compartiré aquí mi intento al respecto.

Por lo pronto hoy escuché en el radio la nota sobre las disposiciones gubernamentales del titular del poder ejecutivo de una ex-república soviética, Turkmenistan, el señor Saparmyrat Atayevich Niyazov. El asunto es que esta persona, preocupada por la nociva influencia del exterior sobre la cultura local, emitió una serie de prohibiciones dirigidas a rescatar y preservar la cultura local.



De entrada prohibió el uso del cabello largo a los jóvenes, así como el uso de barba, los radios en los autotransportes, el que se use música grabada en programas televisivos, actos públicos y bodas, e incluso prohibió la ópera y el ballet, por poco útiles.

Pienso en esas discusiones que aspiran a ubicar una manifestación cultural por encima de otra, debido a su origen, técnica, ejecutante, o por simple preferencia y no deja de resultar preocupante que personas con prejucios y voluntad segregacionista termine con el poder suficiente para imponer sus preferencias sobre los demás. Volteas a ver las actuaciones de los institutos de cultura del País y te preocupa aún más esas tendencias.

Considero que lo interesante de participar de una manifestación cultural es disponer de la suficiente apertura para observar la realidad desde la perspectiva del otro, y podrás criticar el valor estético, técnico, artístico del producto alcanzado, pero jamás el derecho de los demás de expresar su concepto desde su perspectiva.

Vaya desde esta tribuna un abrazo muy afectuoso a Luis Boiler, a Aldán y mi respeto y admiración por Justes. Con tiempo y dedicación sé que aprenderé a apreciar otros trabajos en esta blogósfera, y disfrutar de este espacio.